miércoles, 30 de abril de 2008

Joder con lo de Pajares

Al final la realidad supera a la ficción, o la vida imita al arte. Pensaba en Bela Lugosi, que murió pensando que era Drácula y dicen que incluso dormía en un ataúd, pensaba en el final de la peli “Muertos de risa”, de Alex De La Iglesia, de la que decían también que de alguna manera estaba inspirada en la pareja cómica Esteso y Pajares. Pensaba en ese hombre con la gorra, el bigote postizo, la pistola de plástico y el spray entrando en el bufete, pensaba en cuál fue la reacción de aquella persona a la que primero enfrentara, supongo que si no hubiera sido por las agresiones, o incluso a pesar de ellas, se estaría riendo aún. Pensaba en las risas de los maderos cuando se lo llevaban, en las de los testigos, en las de los comentaristas de la noticia, en las mías, porque yo también me he reído, pensando en que seguro que al policía que se lo llevaba le dijo algo así como “¿cuánto hace que no follas?, pues yo ayer”. Y sobre todo pensaba en que en un mundo normal en vez de reírme debería estar triste por la forma en que puede acabar un pobre desequilibrado que no digiere que ya no es nadie, por muy grande que fuera. Y pensaba en el morbo, esa palabreja que designa a esa curiosidad insana que el humano siente ante ciertas cosas. Pensaba también en el colega éste austriaco que convirtió a su hija en su esclava sexual y la encerró durante años en un zulo, muy cuco, eso sí. Ya la gente va a la casa a hacerse fotos, como si de un monumento al morbo se tratara. Pensaba en qué ocurrirá, empezarán a llamarlo monstruo, animal, a deshumanizarlo para poder sentirnos nosotros mismos un poco menos culpables de lo que ha hecho, cuando en realidad, qué otro ser hubiera sido capaz de hacer algo así, no hay nada más humano que la aberración. Pero seguro que si todo esto no pasara habría que inventarlo para que los millones de consumidores de morbo fresquito y chorreante tuvieran con qué alimentarse. Está claro que tenemos lo que nos merecemos, en todo esto pienso lo mismo que de toda esa hipócrita y falsa postura oficial ante tantas cosas, si no hubiera demanda no habría oferta.

Y pensaba en que qué hago yo escribiendo de Pajares, del morbo, del tirolés ese, pero después de leer los últimos comentarios de la anterior entrada, y de alguna predecesora, veo que hay un interés por parte de los amiguetes por indagar en la relación que hay entre los cofundadores, le sacáis punta a todos joíos, como para mantener aquí un secreto. Pues os vais a quedar con las ganas, primero porque sí, y segundo porque me encanta leer vuestras especulaciones, porque lejos del morbo que se describe arriba se desprende en general un buen rollito que envuelve todo este blog y que en su mayor parte habéis creado vosotros. Así que si queréis podemos hacer apuestas, yo hago de Banca eh. Y sobre todo pensaba, hablando de bancos, que si mañana me da por atracar uno ya sé lo que tengo que hacer para que no me reconozcan, pedazo de bigote, gorra, pistola del todo a 100, y al final igual hasta me convierto en un personaje y termino saliendo en la tele gritando eso de “soy el solitariooooo, soy el solitariooooo”, que vaya personaje también. Iré pensando quién quiero que haga de mí en la peli, pero qué digo, ya lo tengo claro, por supuesto sería Pocoyó.

martes, 29 de abril de 2008

Medir el tiempo

Yo soy un tío muy maniático para según que cosas, y una de ellas es el reloj. No es tanto por el control o la obsesión por el tiempo, creo yo, sino más por el objeto en sí mismo, una tontería como otra cualquiera, la verdad, pero esto me lleva a que no me lo quite nunca, lo que tiene sus riesgos, porque claro, no todos aguantan ducha diaria, playa, golpes y maltratos de una persona torpe. Sé que es difícil de entender, pero quién no tiene sus pamplinas...

El primer reloj que tuve no lo recuerdo muy bien, sé que era suizo, con la esfera cuadrada, blanca, y una correa negra, pero está en una nebulosa. El siguiente, del cual sí tengo ya un recuerdo claro, era un Duward deportivo, con una caja bestia de acero de aspecto invulnerable, pero desgraciadamente no lo era tanto, en una noche de desparrame, siendo un adolescente casi, lo vi por el suelo de un local en el que un montón de seres humanos dábamos botes, hecho pedazos, me dio tanta penita que se me bajó el ciego y desde entonces aquella imagen de vez en cuando todavía viene a mí. Por razones obvias, de éste no hay foto. Decidí sustituirlo por uno que fuera algo más robusto, y continué decantándome por la industria helvética. Era un Lotus deportivo pero con un puntito elegante, de acero y mecanismo de cuarzo, con correa de cuero.

Me sirvió fielmente durante años, hasta que un día en la playa, tras ponerle cremita en la espalda a una chica, me di cuenta de que estaba borroso, pensé que era la crema, pero al limpiarlo seguía empañado, le había entrado agua, Dios, me sentí defraudado, traicionado, herido, no sé si alguna vez me han puesto los cuernos, pero creo que la sensación sería la misma. Tomé la determinación de que no me volviera a pasar, y pensando también en que podría ahorrarme tener que cambiar también la correa cada cierto tiempo, pillé un Festina, también suizo, sumergible a un montón de metros más, bastante parecido al anterior en lo básico, salvo que era más resistente y con armís también de acero.


Andaba yo contento en realidad con mi reloj, ya con mi plena confianza, hasta que pensé en mi clarividencia y sagacidad, ¿cuál puede ser el siguiente paso?, pues liberarme de la esclavitud de las pilas, es decir, hacerme con un reloj automático. Pensé en un Rolex Submariner, el reloj que probablemente más me gusta, pero también caí en la cuenta de que, salvo que me tocara alguna vez una primitiva, difícilmente podría acceder a uno, así que sopesé otras posibilidades, y hete aquí que encontré un reloj que estéticamente se parecía mucho al Rolex, tanto que también es comúnmente conocido como Submariner, y también automático, pero era un Seiko, japonés, así que no me convencía del todo. Me informé un poco y resulta que esa marca en concreto es bastante apreciada por su calidad, sobre todo en los automáticos, de hecho el modelo predecesor del que yo vi era un reloj que hicieron famoso los soldados americanos en la guerra de Vietnam, que se dieron cuenta de su dureza y calidad y se los llevaban en cuanto podían tener un permiso en Japón. Y el rollo de que el mecanismo tiene 21 rubíes ya me terminó de ganar. Luego estaba el tema del precio, que seguía siendo bastante caro, la verdad, en concreto más de 300 eurillos, era para pensárselo, pero esas cosas que pasan, resulta que pude acceder a un chollete que me permitió pillarlo por bastante menos, así que nada, no se puede luchar contra el destino, de manera que ahora está en mi muñeca. ¿Será mi último reloj? Yo creo que sí, tiene lo que necesito para serle fiel, pero quién sabe... Por cierto, ha sido bautizado como "Sekito" por cierta persona que tuvo bastante que ver con su adquisición y que no anda muy lejos de aquí, así que presentado queda, lo prometido es deuda, o eso dicen.


domingo, 27 de abril de 2008

Ritual de lo habitual

Tras ciertos avatares que me han llevado a lo que antes se llamaba “audiovisuales”, me acuerdo del instituto, en el que cuando escuchábamos la palabreja ya sabíamos que íbamos a ver un vídeo, si es que el aparato funcionaba, si es que nadie estaba ocupando la sala “ad-hoc”, si es que nos portábamos bien, y si los astros se conjugaban para que fuera posible, veíamos por enésima vez un cacho de “Muerte en Venecia”, película odiada por todos y que nos llevó al borde de la homofobia, aunque afortunadamente no caímos en ella. Pues decía antes de esta digresión que aparte de estas cosas, lo que a mí realmente me gusta es escribir, sobre todo de ese ritual de lo habitual que suele ser el día a día, qué es lo que pasa, pues que últimamente, salvo este catarro crepuscular que me tiene aquí moqueando y nebuloso, no me ha ocurrido nada fuera de lo anodinamente normal, incluso, fijaos, la última vez que estuve en la estación de Jerez, ese personaje incombustible y admirado que es el “austedsiempre” estaba de vacaciones, si es que cuando es que no es que no. Tampoco me he cruzado con ningún ciego en una parada de autobús, ni con ningún colgao, lo único distinto es haber sentido de nuevo la vulnerabilidad, la debilidad, como dijo el otro la insoportable levedad del ser, ante algo tan aparentemente leve también como un buen trancazo. Menos mal que ahí la cofundadora está manteniendo el tema, y es que está que se sale.

Otro factor que ha podido influir en la sequía de estos días es que no hace demasiado fuimos a ver a Faemino y Cansado, y bueno, qué comentar salvo que, tras unos treintaytantos minutos absolutamente descojonado, deseé que dejaran de tener gracia al menos un minuto para poder respirar, son los putos amos, si pasan por vuestra bella y pintoresca localidad o por alguna cercana no dejéis de acudir en reverente peregrinación, no os arrepentiréis. Ira, ahí sí que me pasó una cosa...Estaba debajo de un arquito de la puerta del teatro, porque lloviznaba levemente, y justo delante, en el suelo, se veía el rastro de que la cornisa era parada habitual de las palomas, ya que estaba llena de mierda de esos simpáticos animalillos, símbolo de la paz, hay que joderse, yo hubiera preferido una marmota. Y había gente justo en el lugar, en la caída perpendicular de la cornisa, indemnes, limpios, inmaculados, durante minutos. Pues bien, yo salí treinta segundos para estrechar la mano de un amigo y zas, zas, dos dianas, una en el pecho y otra en el brazo, parecía que me habían puesto los galones y me habían condecorado con cagadas de paloma, me quedé mirando a la gente que estaba en la zona de peligro sin haber sufrido daño alguno, miré mi chaqueta, y me dije de nuevo que obviamente tenía que ser a mí. Lo que vino después convirtió el asunto en una anécdota más. Qué grandes, me postro en alabanzas ante la pareja, después de verlos a ver quién es el que tiene huevos de ponerse a escribir...

viernes, 25 de abril de 2008

Freestyle III (ó IV, no estoy seguro) (es que estoy malito)

Voy buscando la razón primera...

Ante el retraso de la cartelera de cine...(te la dedico)


Hasta hace dos años, era una persona metódica, con un horario algo restringido pero bien cumplido, ordenada en exceso quizás, sin olvidos ni desquicios, etc...todo esto puede sonar a grandes virtudes, de hecho, siempre lo consideré así...Llegados a este punto, puedo afirmar que no eran virtudes propias, sino adquiridas por la educación recibida...Nunca llegué a pensar que decaerían tanto en mi interior, que casi podrían desaparecer!...el hecho de encontrarme conmigo misma, de no tener a nadie que me diga qué debo o no hacer, hizo que todo se revolviera. No sé si considerarlo negativo...quizás sí podría afirmar que me hace ser más auténtica, con lo bueno y lo malo que eso conlleva. Hace poco le contaba a una importante persona (con sus manitas de persona y que siempre con su vestuario es hasta persona!!) y que ya a estas alturas me conoce muy bien, que me habían llamado "rara", pero que buscando en el diccionario, me alegré porque se definía como "extraordinario, de gran valor, poco común"...pero muy perspicazmente, dicha persona me añadió que "no es la única definición que se recoje" ;-)
Esta reflexión producida por una tarde que prometía ser interesante, divertida, atrayente y sugerente...y que se ha convertido en la típica tarde de sofa y mantita (la de verano hoy, claro)..me hace recordar el trabajito que me cuesta ultimamente levantarme a mi hora. Estoy segura que en eso no soy única o rara!! así que para todo aquellos que padecen el mal de las sábanas pegadas...os propongo una serie de ideas:
Te presento lo último en despertadores para gente imposible. Se acabaron las excusas de llegar tarde al trabajo y decir que no sonó el despertador.




El primero es el despertador volador. Cuando suena, su motor se pone en marcha, una parte del mismo despega y aterriza suavemente en cualquier parte de tu habitación. Ahora no tienes excusa para levantarte. Pero ten cuidado por si lo pisas. Para poder apagarlo necesitas unir la parte voladora con la base. No es broma.







El despertador-puzzle también es muy divertido. Sólo se detiene su sonido cuando se logran formar las cuatro piezas que lo componen. Pero ten en cuenta, que medio dormido, y a oscuras no es tan fácil. El fastidio es seguro.





El despertador golf esta diseñado para los amantes de este deporte, es decir, los de alto poder adquisitivo. No sé si funcionará tan bien porque se apaga en cuanto se golpea contra la pared o el suelo, pero al menos se tendrá la sensación de haberla "encajado en el green".

Vistos y analizados, me pregunto cómo se me ocurre recomendaros tales aparatejos!! porque me parecen un verdadero horror!!...Lo que sí os garantizo es que estos juguetitos no conseguirán acabar con su malhumor mañanero. Con lo cual, yo sigo pensando que seguiré recurriendo al sonitono de mi Nokia... pensándolo bien, para juguetes despertadores elegiría antes a un patito de goma, a un gatete nocturno o a un maniquí...y siguiendo con mi racha pensandora...ni juguetes ni leches, te eligiría a ti!!... que te mejores m-pertador!!

miércoles, 16 de abril de 2008

Zona cosas buenas

Mi maravillosa compañía de telecomunicaciones me acaba de avisar de que me van a subir la velocidad de conexión a internerr, y además de gratis, qué bien, mira tú, porque ya se me estaba quedando cara de tonto viendo los anuncios de las ofertas a las que yo, por ser ya cliente, no me podía acoger. Podríamos estar hablando horas y horas de la nula política de fidelización de clientes de estas empresas, para una de las cuales trabajé, y sus razones, pero es tan aburrido y tan conocido por todos, ya que en algún momento lo hemos sufrido, que paso de puntillas sobre ello. El tema está en que puedo consultar la fecha exacta de mi subida a los cielos cibernéticos en una sección de su página que se llama “zona cosas buenas”. Jo, me han ganao. Por fin un puto publicista que tiene una buena idea. Me encanta el concepto, Sólo cositas buenas. ¿Os imagináis en los hipermercados una sección así? Hace unos días tuve que ir a comprar un regalo para una niña a la que le fascinan las “cosas de princesas”, tal y como las definió la persona que someramente me describió las características de dicha nenita. Y me fui a una gran superficie a buscar algo adecuado...Hubiera sido de gran ayuda que tuvieran una sección de cosas de princesas. No sé que podría contener la de cosas buenas, cada uno supongo que tiene una idea distinta de eso. Si os digo mi idea de la felicidad, que se resume en una frase que apenas contiene dos conceptos, no volveríais a entrar en el blog, pensaríais que soy un patán simple, bueno, que en realidad es lo que soy, pa qué nos vamos a engañar. La cofundadora conoce la frase, si ella quiere, que os la diga.

Y dado que estoy enfrascado desde hace una temporada en una gran operación que no termina de arrancar, la “Operación Moneta”, que está resultando absolutamente fallida en todos los aspectos, desde la planificación hasta la puesta en marcha, siempre pospuesta, me he parado a pensar que también podrían tener una sección de ligoteo. En los EE.UU., ese país tan avanzado en el que aún discuten la validez de la teoría de la evolución de Darwin frente a lo de Adán y Eva, se lleva mucho eso de ligar en el súper. Pero joer, aquí, a mí nunca se me ha ocurrido, de hecho a mí eso de ligar ya casi se me ha olvidado cómo se hace en cualquier contexto, dicen por ahí que alguna vez lo hice, pero creo que son habladurías. Estamos acostumbrados a hacerlo en sitios oscuros y estrechos, atestados de gente, llenos de humo, medio borrachos, así que supongo que esos espacios abiertos y bien iluminados de los hipermercados como que no resultan muy propicios, nos abruman. Pero podría no estar mal, junto a “limpieza hogar”, “conservas”, “lácteos”, la sección de “temita”, y al salir, junto a la caja rápida, menos de 10 artículos, y la “salida sin compra”, podrían poner una salida “sólo vine a monetear”, además, como tantas cosas en los súper, podrían diseñarlas de tal manera que al final salieras con un montón de compras inútiles, así que les saldría rentable, creo yo. Y qué bonito y entrañable quedaría eso de “nos conocimos en el Carrefour, entre las ensaladas y los semirefrigerados”, o “yo le viá poné a mi niño Hipersol, en recuerdo a quien nos unió”. Hasta entonces, yo seguiré aquí con el grafo de la Operación Moneta, y decidiendo cuál va a ser el día D y la hora H, qué malita está la cosa...

martes, 15 de abril de 2008

Entre poco y entre tanto...

- Hombre, vaya!! Por fin, apareciste!!...eres tu la nueva inspiración?? Hace rato que andaba esperándote!!...sabes?? deberías de ser más puntual.

- Eeeeh, vayamos por partes!..defíneme “tiempo”...si sólo llevas aquí unos...quince minutos??...

- Acaso te parece poco quince minutos cronometrados por reloj? (aunque sea un reloj casi opaco de agua o humedad)

- Francamente querida, teniendo en cuenta que tus anteriores inspiraciones siempre han llegado con dos o tres días de retraso, me parece que lo mío es admirable.

- Oye, yo no tengo la culpa de que siempre tarden tanto. Yo sólo llego aquí, dispuesta a escribir algo, y...

- ...y acabas poniendo un estúpido video del youtube que ni siquiera es de cosecha propia. Sí, es conmovedor.


- Bueno, es que a veces también es interesante poner algo que llame la atención: un video del youtube, una imagen impactante, un artículo interesante...

-Ya. Ese es tu problema. ¿Tú no sabes la cantidad de inspiraciones que llegarán a ti y, al acabar su trabajo contigo, se sentirán infravaloradas? ¿No tienes idea de los psicólogos que estás enriqueciendo? No, claro que no. Tú llegas con ganas de publicar algo en tu blog y empiezas a suplicar que venga la inspiración de turno.

- Ehm... bueno, de vez en cuando escribo buenas entradas..

- Y qué me dices de esa reciente entrada con ese aire de desayuno solitario en una conocida cafetería cerca de la bahía??? Vamos, lacrimógeno..

- Simplemente quería plasmar una serie de pensamientos y/o sentimientos, sin ninguna intención de dar pena...

-Sí, supongo que ahí te llegó pronto la inspiración. Al instante, diría!..pero no puede ser que a unas inspiraciones me las hundas y a otras me las utilices tan rápidamente...Así que bueno, como he visto que últimamente estáis por el buen camino...aquí seguiré, vigilando de cerca, aunque a veces creas que no he aparecido por aquí. Esto díselo a quien corresponda (por cierto, que luce un reloj bastante interesante y sin agua, aprende!).

- Oh. Ehm… vale, bueno, pues… gracias, supongo.

-Y tanto que me lo tienes que agradecer, y tanto. Yo, por hoy, ya he terminado mi trabajo.

-Esto ha sido realmente inspirador.

- Lo sé.

Entre que llega o no la inspiración...

Una coplilla pilla...

viernes, 11 de abril de 2008

jueves, 10 de abril de 2008

miércoles, 9 de abril de 2008

Muy pronto...

Como el que ve llover...

En mi departamento, 9'30 de la mañana. Suena el teléfono:
-¿Dígame?
-Buenas tardes.
-Eh... Buenos días.
-¿Con quién tengo que hablar?
-Depende de para qué...
-Es que quería avisar de que no puedo ir.
-¿Y dónde no puedes ir? ¿me podría decir su nombre, por favor?
-Es que no lo sé.
-¿No sabe su...?
-Me refiero a que no sé el nombre del médico.
-Ah!, perdone pero está usted llamando a un centro educativo.
-Eso! Al centro médico, ¿no?...

Esta conversación podría haber durado muchísimo más, realmente me estaba divirtiendo y las carcajadas sonaban en mi interior...pero una llamada “imaginaria” me hizo interrumpir el intercambio de palabras a lo besugo. Vaya, hoy precisamente voy a comer pescado...siempre suelo decir que me encanta cocinar, pero para alguien; eso de hacerse la comida para uno solo y decir a uno mismo “qué rico te ha salido” pues como que queda más triste. Aunque me encanta prender la cerilla y notar cómo las llamitas van formando un perfecto círculo esperando la perola de barro y el aceite burbujeante. No me gusta cocinar con microondas, de hecho no tengo en casa...vaya!! ya noto las miradas de sorpresa al leer esta última frase... ¿Por qué? ¿Por qué cada vez que lo digo me miran como una liebre a punto de ser atropellada? ¿Por qué después de mirarme perplejos lo primero que me preguntan es "Y como calientas la leche?"?. Ya me lo tomo a broma, y suelo responder: "Pues mira, hacemos un fuego en medio de la cocina e invocamos al dios del fuego, y suele funcionar". Menos mal que tengo movil, porque no quiero ni imaginarme como puede ser explicárselo a alguien que acabas de conocer... (no tienes movil? No. Y entonces, como... llamas?. Desde una cabina. Y los mensajes? Joder, no escribo mensajes. Ahmmm... ).
Pues eso, ya lo he dicho, no tengo un puto microondas, porque:
a) no me cabe en la cocina, porque es pequeña
b) nunca he tenido
c) calentamos la leche en la placa, y... Oh! tarda TRES minutos.
d) Si quiero palomitas, las compro hechas
e) no me sale de...
f) y no es por el rollo ese de las ondas electromagnéticas.

A veces, cuando cocino, me imagino un “maniquí” esperándome en la mesa...de hecho, a veces los fines de semana cobra vida el encantador muñeco. Es curioso que mis amigos imaginarios jamás aparecieron durante mi infancia, que es cuando tienen lugar todos los desórdenes que nos convierten en lo que somos (orfandades, abusos, exposiciones irresponsables ante ciertas entidades humanas o mecánicas, o simplemente nada, que es una de las peores variantes). A mis amigos imaginarios les dio por aparecer mucho tiempo después, justamente cuando comenzamos con este blog: personas desconocidas que entraban en este lugar y que leian los textos y que en ocasiones dejaban rastros de su presencia traducidos en comentarios. (Creo que entiendo por qué no aparecieron antes). Con cada pseudónimo y comentario fueron construyéndose y revelándose a sí mismos, y mientras eso sucedía yo los imaginaba como seres localizados en tierras lejanas, ciertamente sensibles, indudablemente extravagantes.
Y mientras imagino qué pensarán al leernos...los ajitos ya empiezan a crujir...

martes, 8 de abril de 2008

Todos tenemos problemas (basada en hechos casi reales)

Un pequeño grupo espera la llegada del autobús bajo una marquesina en una acera estrecha, apenas hay margen para los viandantes. Un tipo no muy alto, pelo engominado y con cara de impaciencia recurre al viejo truco de encender un cigarro, apelando así a la eterna ley no escrita de que eso haría que llegara en cuanto le diera la primera calada, pero esta vez asombrosamente no funciona. De pronto comienza a escucharse un sonido molesto y rítmico, alguien está golpeando suave pero firmemente la estructura de la marquesina. El tipo engominado mira su reloj y después al hombre que golpea la barra lateral de la parada. Lanza un soplido, perfectamente audible, que envuelve su rostro por un momento en una bruma gris.

- Ojú con el palito, íralo, amo ve ya dando porrazos con el palito.

Una mujer de mediana edad, cuyo pelo convertido en un casco por la laca hubiera pasado sin problemas la prueba de lanzarle un ladrillo, lo miró, hizo lo propio con el otro hombre y puso su mejor cara de desaprobación, lástima que en ese momento nadie le prestara atención.

- Tú sigue picha, no te corte, ahí, dale caña.

Un chaval con el monopatín asomando por la mochila parecía divertido, pero incómodo. Miró a la acera de enfrente, el tránsito de una avenida puede ser muy interesante.

- Y encima con el perrito, joer, qué harto estoy de esta gente, encima que no ha tenido ni que buscarse un trabajo...

El hombre, visiblemente nervioso, intentó seguir entonces su camino, pero la franja de acera libre era estrecha y volvió a golpear involuntariamente la marquesina.

- Ojú quillo, no vea, yo te daba dos o tres ideas de lo que puedes hacer con el palito, bájate de la acera hombre...Ahora saldrá con que tiene problemas, todos tenemos problemas y no vamos por ahí dando por culo, joer.

Su nerviosismo se transmitió al perro, que comenzó a ladrar, pero permaneció al lado de su dueño, como una de esas horribles figuras que algunos colocan en el recibidor.

- Iralo, a las nueve de la noche y con gafas de sol, encima chulo, anda pasa ya, tira, tira.

Algo desorientado y muy nervioso, el hombre consiguió pasar entre el borde de la acera y las barras de la marquesina, intentando no golpear nada, tropezando, con su perro aún más incómodo que él, notó la proximidad del engominado, que le gritó en cuanto pasó a su altura:

- Me pone enfermo la gente que va de víctima, ¡anda ya, con el ciego de los cojones!

domingo, 6 de abril de 2008

Qué buena tarde estamos echando, ¿verdad? (Completa)

Dijo ella, mientras, con la precisión de un embalsamador egipcio, acuchillaba una barra de pan y la convertía en un bocadillo para su Pablito. De entre la bruma sonora de la radio con el partido a todo volumen, él acertó a recolocar la lata de cerveza en su generosa barriga, echarse un poco hacia atrás la gorra de Pinturas Soler, retreparse en la hamaca y balbucear un:

-¿Eeeh?

La miró despacio, con los ojos entrecerrados, aún hermosa, con menos vida en los ojos que cuando la conoció, pero igual de voluntariosa, la bondad personificada vestida con un chándal Boomerang y el pelo rubio, siempre bien peinado, muy liso, ¿cuánto hacía que no se lo acariciaba?, antes le gustaba hacerlo. El niño, un poco más allá, se debatía entre seguir dándole patadas al balón, mordisquear el bocadillo o perseguir a una pobre libélula que funestamente se había cruzado en su camino. Ella abrió una cerveza sin alcohol, le dio un trago corto y lo miró.

-¿Qué te pasa?

La gran pregunta para la que nunca tenía respuesta. Pero no la hizo en tono de reproche, sino realmente interesada en su estado, era una buena persona, cuando volvieran a casa, si insistía un poco, incluso se la chuparía cuando el niño se durmiera.

-No lo sé cielo, supongo que estoy cansado, ha sido una semana larga.

Dieron unos tragos a sus bebidas, desviando las miradas, de pronto se sentían incómodos, ella parapetada en su pequeña fortaleza de mesa y sillas de camping, sus muros de tuppers y neveras, él inerme en su precaria posición, cerca del coche, con algunas latas ya vacías a su alrededor.

-¿Tienes hambre?
-Aún no, tengo el desayuno en la garganta.
-No bebas mucho, ya llevas unas cuantas.
-Vale.

Nunca le había gustado, pero últimamente le encantaba sentir cómo el sol calentaba su piel. Cerró los ojos y buscó con su mano un cigarrillo en el bolsillo.

-¿Eres feliz?
-¿Cómo?
-Que si eres feliz.
-Estoy satisfecha.
-¿Te imaginabas tu vida así?
-La verdad es que no.

Le sorprendió. No era habitual que ella se mostrara inconformista. Las cosas y los años habían transcurrido tranquilos, con mayor o menor fortuna habían conseguido aquello que se supone que es lo que todos desean. Alguien una vez le dijo que madurar consistía básicamente en aprender a renunciar, y él desde luego había madurado.

-¿Qué imaginabas?
-Ya sabes, me imaginaba viajando, en plan ejecutiva, sofisticada, rompiendo
corazones...
-Ahá, y aquí estás, en un merendero al lado de la carretera haciendo bocadillos.
-Sí, no es precisamente lo que pensaba que sería, pero no me disgusta...¿Y tú?

El sol estaba alto, se imaginó que su cara ya debía estar empezando a enrojecer. De pronto recordó las borracheras en la playa en su época de estudiante, ¿cómo pensaba que sería su vida entonces?

-No lo sé, no pienso demasiado en eso, trato de tomarme las cosas como vienen.
-Ya, no eres precisamente Indiana Jones.
-Pues no, la verdad, pero creo que no me gustaría serlo...De todos modos hace
hace unos años me habría reído si alguien me hubiera dicho que iba a terminar
así.
-Eso no ha sonado muy bien.
-¿A que no?, tú quisiste casarte, tener un hijo, la idea de cambiar de trabajo ya
no te pareció bien, necesitábamos estabilidad y esas cosas.
-Joder, desde luego no pareces muy contento.
-Bueno, tampoco tenía mucho más que hacer, la verdad.
-¿Estás hablando en serio?
-Sí.
-Hijo de puta.

Nunca lo había insultado. Lo miraba como si de pronto hubiera descubierto que tenía dos cabezas o algo así. El tuvo la certeza de que la había cagado, empezó a buscar mentalmente una salida a todo aquello, un “claro que era broma, soy muy feliz cariño”, pero no quería hacerlo, en realidad le daba igual, lo único que lamentaba es que probablemente ya no se la chuparía en casa, y quizás ya no pensaría que la tarde estaba siendo tan buena.

-¿Dónde está el niño?
-Eh, eh, no cambies de tema tan pronto...
-Vale.
-¿Tan desgraciado eres?
-No es eso, es, cómo decirlo, es la sensación de que estoy viviendo la vida de
otro, que la mía aún no ha empezado.

Se quitó la gorra, se sentía ridículo hablando de esas cosas con la puta visera que le había dado su cuñado, ya se sabe, hay que ayudar a la familia, y, cómo no, él no pudo negarse.

-Aún estás a tiempo...¿Y en esa vida tuya estoy yo?
-No, tú perteneces a ésta, igual que todo esto...Joder, me duele la espalda.

Ella miraba al infinito, hierática, como una efigie egipcia, no menos hermosa, ni siquiera le prestó atención cuando abrió el maletero del coche y sacó la enorme linterna que le habían regalado en aquella estación de servicio. No le iba a servir de nada, pero maquinalmente probó si funcionaba, y ahí estaba la luz. Tampoco le dio mucha importancia a que se le acercara lentamente, con la linterna en la mano, ni siquiera le miró cuando se puso a su lado y levantó el objeto, convertido en una maza, aunque sí creyó vislumbrar una cierta expresión de sorpresa en su cara cuando descargó el primer golpe en su cráneo, duro y seco, efectivo. Permaneció sentada, pero ya no era ella, así que no fue tan difícil seguir golpeando. Intentó limpiarse un poco la sangre y lo demás de su pecho, pero sólo consiguió esparcirlo más. ¿Y Pablito, habría cazado la libélula?.

sábado, 5 de abril de 2008

viernes, 4 de abril de 2008

Qué buena tarde estamos echando, ¿verdad?

Dijo ella, mientras, con la precisión de un embalsamador egipcio, acuchillaba una barra de pan y la convertía en un bocadillo para su Pablito. De entre la bruma sonora de la radio con el partido a todo volumen, él acertó a recolocar la lata de cerveza en su generosa barriga, echarse un poco hacia atrás la gorra de Pinturas Soler, retreparse en la hamaca y balbucear un:

-¿Eeeh?

jueves, 3 de abril de 2008

Las cosas y las cosas

El otro día vi una peli muy instructiva, que deberían pasar en los colegios: “No sos vos, soy yo”. Aparte de una comedia estupenda, una más de éstas sencillas y agradables películas argentinas que llegan de vez en cuando, es la perfecta descripción de una situación por la que casi todos tarde o temprano pasamos: el fin de una relación larga, que pensábamos que iba a ser la última de nuestras vidas. Generalmente, después del desconcierto inicial, en el que nos sumimos tras el convencimiento de que ya vamos a estar solos para siempre y no sabemos ni dónde estamos, empezamos a hacer una serie de tonterías increíbles, que no habíamos hecho ni con dieciséis años, creemos que nos hemos enamorado perdidamente de la primera que nos hace un poco de caso, aunque sea la camarera de un bar que nos pregunta si queremos tomar algo, mm, aún no he perdido el viejo encanto, y se nos va la olla. Podemos terminar atrapados en relaciones ocasionales intensamente destructivas aunque nunca hayamos sido masoquistas. Pero en general, lo más sangrante es que básicamente hacemos el imbécil. Mi reflexión fue que en estas situaciones, deberían recluirnos en instituciones hasta que se nos pasara la enajenación, más o menos transitoria según cada cuál, hay a quien no se le pasa, la verdad. Nos ahorraríamos multitud de sonrojos, borracheras sin sentido y cachivaches de éstos que están en las puertas de las gasolineras, las sorpresitas de un euro, que igual te toca un coche teledirigido que un martillo hinchable, yo tengo algunos, aunque se puede caer aún más bajo: los piolines disfrazados para enganchar al móvil, los hay vestidos hasta de sandía, alucinante.

Total, nos pasaríamos una temporada con un pijama a rayas en una habitación de paredes acolchadas, tranquilizándonos, y claro, nada de enfermeras, porque seguro que nos enamoraríamos de la que nos da la medicación, que podría consistir en mucha cerveza y partidos de la Premier en vena, por cierto, Heineken acaba de sacar un dispensador casero que es la ostia, tiene regulador de temperatura y te dice cuánta cerveza queda, una pasada, todo electrónico, si es que estos holandeses siempre van un paso por delante en estos temas, seguro que ya tienen sanatorios para recién separados, pagados por la seguridad social, por supuesto. A mí ya se me está pasando, por fin, y debo confesar que he recorrido todas las fases, Dios, sí. Las aguas vuelven a su cauce, y yo con ellas, poquito a poco, como una olita de un día sin levante, reposada, indolente, volviendo a su ser. Las que más me gustan son las que se forman en los mares verdes de hierba, mecidos suavemente por el viento, ondas perfectas que recorren las praderas misteriosamente, porque no rompen en ninguna parte...Veis, ya estoy divagando, aún no estoy recuperado del todo, no debo relajarme, así que a ver si vamos a por unas cervecitas...